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Recuerdo mis primeros años cuando aprendí a escribir con pluma, no nos dejaban usar lápiz ni lapicera. Era engorroso, y en el momento lo padecí porque soy zurdo y manchaba toda la hoja. A pesar de ello es uno de los recuerdos y aprendizajes mas gratos.
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De ese año en particular no recuerdo mucho de mi aprendizaje, dado que fue un tiempo difícil, en el que mi cabeza estaba confundida con la muerte de mi padre.
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El año anterior al mismo, repetí cuarto grado teniendo notas sobresalientes, por no tener completo el cuaderno de lenguas. Me frustré, ya que me pareció sumamente injusto dado que no aprobé porque no quise escribir el examen final, por problemas con la escritura aún teniendo los conocimientos, el problema es que soy zurdo y me cuesta escribir.
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Recuerdo aquel día, descubrí un nuevo mundo, siempre tuve mucha imaginación al escuchar relatos o quizás alguna payada, me trasladaba a ese lugar y construía con palabras, imágenes en mi cabeza creando escenarios para cada historia. El Alquimista (Paulo Coelho) me transportó a otro nivel, mi mente se fundió en esa increíble historia, quede atrapado entre el tesoro, Santiago y la arena de Egipto.
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Por esos años, conocí a mi querido profesor de Lengua, Filosofía y Literatura. Me ilustró en el mundo de la poesía y el gusto por crear historias, leer de todo lo que me llamara la atención y más. Aunque lo que recuerdo con mas añoranza es cuando nos sentábamos en casa a tomar café y filosofar sobre todo. Fue uno de los recuerdos mas significativos, ya que en aquel momento me reconcilié con la escritura y la lectura.
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Aprendí, que leyendo sobre un tema en particular, comparando e investigando pude aprender la manera de ser un autodidacta. La forma en que aprendí lo mencionado, por ejemplo, fue al construir un torno de madera desde cero, aprendiendo con mucha lectura la manera de poder lograrlo. Esto me dejo la enseñanza de creer en uno mismo, sabiendo que con las herramientas necesarias se puede lograr lo que uno se proponga.
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Hay tiempos en los cuales se esta tan acelerado, intentando seguir el ritmo de la sociedad, que se olvida de vivir en el presente y tomarse tiempo para si mismo. En este año en particular no dediqué tiempo a la lectura.
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Descubrí el placer de enseñarle a leer y escribir a mi hija a pesar que me cansa explicar mil y una vez. Encontré satisfacción al recordar a mi madre haciendo lo mismo junto a mi.
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Lo último que me llamo la atención, fue un fragmento de la novela "100 años de soledad" (Gabriel Garcia Marquez), que nos toco leer en una actividad.
Solo esa parte del texto fue suficiente para después buscar la novela completa.