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Nació en el castillo de Loyola y fue nombrado como Iñigo.
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En la batalla de Pamplona fue herido en la pierna, y aguantando el dolor de un procedimiento médico, logró que su rodilla no quedase deforme, aún así cojeó por el resto de su vida.
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Durante su proceso de curación pidió libros para entretenerse pero sólo estaban libros que contaban la vida de Cristo, debido a esto Iñigo comienza a conocer en profundidad a Cristo y a entregarse a él.
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Fue encerrado en prisión por "enseñar doctrinas peligrosas" en la prisión de Salamanca, pero fue liberado un año después luego de ser declarado inocente.
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Celebró su primera misa en Santa María de la Maggiore.
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Luego de muchos trámites por parte de él y sus compañeros de culto.
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Murió de forma súbita sin poder recibir los últimos sacramentos.