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Hacia el Este de Grecia vivía un médico llamado Arateus, quien observó, analizó y describió una enfermedad crónica de adultos y niños, caracterizada por “la eliminación de alimentos sin digerir, acompañada de acentuada emaciación y estado de debilidad”, que producía una llamativa dilatación del vientre y los denominó “Koiliakos”.
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William Prout clasificó las sustancias que formaban los alimentos en tres categorías: Las sacarinosas (los actuales azúcares), las oleaginosas (los actuales lípidos) y las albuminosas
(las que hoy llamamos proteínas). -
La palabra proteína se refería a un compuesto que estaba en el
origen de sustancias muy distintas y, por tanto, podía ser considerado como un compuesto primario. -
Fue Francis Adams quien tradujo y publicó en el año 1856 una descripción de Arateus de Capaddocia, quien como hemos indicado se refirió al término “Koliako” del griego “vientre”, si cambiamos la “K” por la “C”, nos quedaría la palabra romana “Coliacos” y ya estaríamos muy cerca de la forma inglesa “coeliac” y nada falta para la palabra “celiac” y “celiaca”, de la actualidad.
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Fue sin embargo el Dr. Samuel Gee, quien en el año 1888, describió con admirable precisión el cuadro clínico clásico de la celiaquía que todos conocen en la segunda mitad del siglo XX. Se refiere a la misma en su Tesis y la denomina “Coeliac Affection” publicada en el Hospital St. Bartholomew de Londres la cual indica entre otras cosas:
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Hermann Emil Fischer descubre la existencia del enlace peptídico.
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Su aporte más importante fue la observación de que las grasas se toleraban mejor que los carbohidratos en los pacientes que sufrían de serias diarreas y agregaba “los hidratos de carbono (azucares y féculas –harinas) eran mal toleradas”. Refirió así mismo que “la ingestión de algunos hidratos de carbono casi invariablemente causaban una recaída o una vuelta a la diarrea después de un pequeño período de mejora”.
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El profesor W.K.Dicke, público su Tesis Doctoral para la Universidad de Utrecht en 1950, en donde demostró cómo los niños celiacos se beneficiaron dramáticamente cuando el trigo, el centeno y la harina de avena fueron excluidos de la dieta. Tan pronto como estos fueron sustituidos por el almidón de trigo, harina de maíz, almidón de maíz o harina de arroz, el apetito de los niños volvió además de la absorción de la grasa mejorada, de modo que despareció la diarrea grasa.