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Los orígenes de la plancha son remotos. En el siglo IV aC, los griegos usaban una barra de hierro cilíndrica calentada, similar a un rodillo de amasar, que se pasaba sobre las ropas de lino para marcar los pliegues. Dos siglos más tarde, los romanos ya planchaban y plisaban con un mazo plano, metálico, que literalmente martilleaba las arrugas. Con estos dispositivos, el planchado era algo más que una tarea prolongada y aburrida. Era un trabajo que hacían los esclavos. -
Este artilugio disponía de un arco voltaico abierto que no pudo ser aprovechada por dos razones importantes: en las casas no había conexión a la red eléctrica, y no existía aún un termostato regulable que evitara que las prendas se quemaran, por lo que se llamó al invento de Henry “el invento de los tontos”, y aunque la idea era excelente, su aplicación no sería posible. -
La primera plancha europea fue el alisador de madera, vidrio o mármol que hasta el siglo XV, se utilizó también en frío, ya que la goma vegetal utilizada como almidón no permitía usar el calor. Se trataba de planchas a modo de cajas calientes en cuyo interior se ponía un ladrillo previamente calentado o brasas. -
Cuando en el siglo XIX, se puso de moda el gas de alumbrado, algunos pensaron trasladar aquella posibilidad a la plancha. Y, lo hicieron, naciendo así la plancha de gas.
Pero en estos artefactos se producían fácilmente escapes y con ello explosiones que aconsejaban llevar la ropa arrugada o perder la vida en el intento. -
En 1978 la firma Lyon & Brandfield Limited lanzó la plancha sin cable y la plancha sin pilas, que funcionaba con gas mediante recambios de butano o benzina incorporado que le daba una autonomía de cinco horas. La plancha sin cables, invento de los ingleses Howard O. Freckleton y John Stanley Bird, había sido concebida para utilizar en lugares a los que no llegaba la red eléctrica, para las acampadas y el mundo del caravaning, por ejemplo. -
La tabla del señor Theeten era regulable. Su publicidad decía: “Menos cansancio y más eficacia”, en alusión a que en las mesas de cocina el ama de casa de estatura media tenía que inclinarse demasiado, mientras las de talla baja tenían que elevarse sobre una banqueta.