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El rey godo Rodrigo fue derrotado y probablemente perdió la vida a manos de las fuerzas del Califato Omeya. La derrota fue tan completa que supuso el final del Estado visigodo en la península ibérica. -
Constituye una provincia bajo la soberanía de los califas Omeyas, estando la capital situada en Sevilla, para más tarde establecerse definitivamente en Córdoba.
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Fue el primer emir Omeya de Al-Ándalus, iniciador de una dinastía y de un régimen político que se constituiría en la célebre Al-Ándalus Omeya (primero Emirato y más tarde Califato), uno de los estados más importantes del Occidente altomedieval y que perviviría casi tres siglos. -
Los Abasíes se hacen con el control del califato y establecen una nueva capital, creándose el nuevo Califato de abasida de Bagdad.
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Fue el octavo y último emir independiente y primer califa omeya de Córdoba. -
Constituye la etapa de mayor esplendor de su Historia. Abderramán III proclamó la plena independencia de Al-Ándalus respecto al Califato Abbasí de Bagdad.
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Los Reinos de Taifas fueron las ciudades formadas en la península ibérica tras la disolución del califato. Eran ciudades autónomas e independientes con la estructura propia de un estado.
En 1085, la caída del reino taifa de Toledo provocó el temor en los restantes, por lo que se pidió ayuda a los almorávides. Estos salvaron Al-Ándalus consiguiendo unificar las taifas. -
Grupos nómadas bereberes del norte de África. Los musulmanes españoles les invitan a instalarse en la península para aumentar el número de soldados en sus ejércitos y revitalizar la práctica del Islam. -
Los almohades establecieron un vigoroso imperio que se extendía desde el centro de Portugal, la mitad sur de la península Ibérica llegando hasta Trípoli (Libia). -
El Reino Nazarí de Granada sería el último Estado musulmán de la península ibérica, la antigua al-Ándalus. Su último rey fue Muhámmad XII (conocido como Boabdil el Chico), derrocado por los Reyes Católicos.
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El Reino de Granada se rinde ante los Reyes Católicos, que ponen fin a la Reconquista. Isabel de Castilla y Fernando de Aragón aprovecharon las divisiones internas del reino nazarí para derrotarlo.