El príncipe y el mendigo: Tom Canty por Candela Luna I.S.F.D. Nº88 Primaria 1ºC TALLER LEO
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Vive una vida feliz, no repara en su pobre forma de vida. Bajo sus parámetros, lleva una vida normal entre mugre y paja. Dista de ser infeliz.
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A través de un sacerdote, conoce la vida de la realeza y busca imitarla, empieza a lamentar su ropa y suciedad. Conocer un príncipe de verdad, pasa a ser su principal sueño.
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Tiene la dicha de conocer a un príncipe en persona, Eduardo, e intercambian ropajes. No cabe en si mismo de la alegría. Por una confusión, toma su lugar y viceversa.
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Con su vida en el palacio, anhela irse, se siente cautivo y solo. La describe como una jaula dorada. Esta privado de compañía, del Sol y el aire libre. Le incomoda la cantidad de personas a su disposición. No se siente como esperó.
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Poco a poco, comprende las funciones en el palacio. Recupera un poco de confianza, y comienza a sentirse un tanto cómodo en su lugar de príncipe falso.
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Tom mejora día tras día. Está tranquilo y confiado, sus temores se disiparon. Le gusta tener súbditos y hasta solicita más, disfruta que le llamen rey, e incluso que lo asistan al comer. Poco recuerda al antiguo príncipe o a sus hermanas y madre.
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El día de su coronación oficial como rey, es reconocido por su madre. Con pesar, Tom la negó. Tras ello, se avergüenza, la gracia de la realeza desapareció, se siente triste y desconsolado nuevamente. Con remordimiento, deseó estar libre de lo que llamó su "cautiverio".
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Cuando con tristeza y melancolía Tom esta a punto de asumir como rey, llega Eduardo, el mendigo se siente aliviado, y feliz con su regreso.
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Tom es nombrado protegido del rey, desborda felicidad por poder regresar y compartir su dicha con sus hermanas y madre. Comprende que ser príncipe, y mucho menos rey, no es algo que quiera.
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Tom Canty vivió hasta una edad avanzada, disfrutando el privilegio de ser conocido como el protegido del rey. Ya no lo trataban mal, en cambio, recibió buenos deseos y honores, pues alguna vez fue rey. Fue reverenciado hasta sus últimos días.