-
El desencadenante oficial del conflicto fue el asesinato, el 28 de junio de 1914, del archiduque Francisco Fernando, heredero del trono de Austria-Hungría, por un estudiante serbobosnio. Alemania, aliada del Imperio austro-húngaro, declaró la guerra a Serbia, por lo que Inglaterra, Francia y Rusia (Triple Entente) declararon a su vez la guerra a Alemania y a Austria- Hungría, aliadas con el Imperio otomano (Triple Alianza o Imperios centrales).
-
La guerra de movimientos es el nombre que se dio a la primera fase del conflicto. El objetivo alemán era una rápida conquista de Francia y Rusia por medio de grandes ofensivas. La resistencia francesa en el Marne (septiembre de 1914) frenó los planes germanos de una victoria rápida. La penetración alemana fue mayor en el frente ruso, aunque los resultados finales fueron los mismos.
-
La guerra de trincheras: desde finales de 1914 hasta 1917 los frentes permanecieron estables, a pesar de los intentos por ambos bandos de llevar adelante grandes ofensivas. Especialmente cruentas resultaron las batallas de Verdún y el Somme, en 1916, con miles de muertos, aunque ningún ejército obtuvo una ventaja clara.
-
La entrada de Estados Unidos en el conflicto, a favor de la Entente: el desequilibrio económico, material y humano a favor de los aliados hizo que las tropas alemanas comenzaron a ceder el terreno conquistado. Los aliados vencieron en la segunda batalla del Marne, en Aisne y en Amiens.
-
Pese a la grave crisis interna en Rusia, el armisticio ruso-alemán no se lleva a efecto hasta 1918. La contraofensiva germana da lugar a la paz de Brest-Litovsk, por la que Rusia sale de la guerra y pierde Finlandia, Polonia, Estonia, Letonia y Lituania, entre otros territorios.
-
La debacle en los frentes y la grave situación interna de los imperios convence a los gobiernos de la Triple Alianza de la inutilidad de continuar la guerra. En junio de 1919, medio año después del cese de las hostilidades, se firman los tratados de paz de Versalles, cuyas consecuencias son: Para los vencedores:
Inglaterra y Francia salen fortalecidas en su papel de imperios coloniales. Surgen dos nuevos gigantes en el panorama internacional: Estados Unidos y la Unión Soviética.