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En diversas civilizaciones antiguas se ha encontrado evidencia del empleo de términos similares al de competencias o que están en la raíz de este concepto. Por ejemplo el código de Hammurabi se escribió en una época muy remota (1792-1750 a.C) en la civilización de Mesopotamia y allí se menciona un concepto comparable al de competencia, tal como se puede observar en su traducción al Francés.
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En el epilogue se puede leer "Telles sont les désicions e justice que Hammurabi, le roi compétent, a établies pour engager le pays conformément á la verité et á l ordre équitable" (Mulder, Weigel y Collins, 2007). En el antiguo Griego también hay uso de un concepto comparable al de competencia que es ikanótis, que se traduce como la habilidad de conseguir algo (Mulder, Weigel y Collins, 2007).
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En este siglo ya existía el término de competencias en varios idiomas como el latín (competens), inglés, francés y holandés. En inglés, por ejemplo, se puede identificar el uso del término competence (como competency), que significa la capacidad general para realizar una actividad o resolver un problema en un curso o materia (Mulder, Weigel y Collins, 2007).
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Se inicia el empleo académico del concepto de competencias. Esto ocurrió en la lingüística por parte de Chomsky (1970). El concepto sirvió para pensar de otra forma el desarrollo lingüístico y el desempeño de las personas en la lengua. Esto fue una inspiración para estudios posteriores en el campo del lenguaje y también en el área del aprendizaje, que luego llegaron a la educación.
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Hay que recalcar que Chomsky no retomó el concepto de competencia del mundo laboral, ni de la competitividad empresarial, sino del uso del término en la comunidad y de sus estudios sobre la historia del análisis lingüístico (por ejemplo, estudio las contribuciones lingüísticas de Descartes)
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Se inicia la estructuración académica del concepto en el área de gestión del talento humano en las organizaciones a través de los estudios de McClelland (1973) sobre los desempeños que tienen los trabajadores exitosos respecto a los trabajadores menos exitosos y las estrategias más pertinentes de selección de personal.
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Asimismo, se inicia la aplicación del concepto en la educación a través del movimiento Competency-Based Education and Training (CBET), el cual buscó mejorar la preparación de los docentes y generar estrategias para articular la educación con los retos sociales y económicos (Blank, 1983)
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Se establecen diferentes proyectos en diferentes países (por ejemplo, Canadá, Estados Unidos, Reino Unido, Australia, España y Francia) para mejorar la cualificación y acreditación de las personas para el desempeño laboral, con el apoyo de las empresas y los sindicatos. Un ejemplo de esto son las cualificaciones profesionales que se establecieron en el Reino Unido bajo el nombre de National Vocational Qualifications (NVQ) (Winterton, et al, 2005)
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Se comienzan a generar modelos en torno al currículo, la didáctica y la evaluación por competencias en los diferentes niveles educativos con base en la investigación y el estudio de las falencias de los procesos pedagógicos tradicionales (véase por ejemplo, Gallego, 1999; Gonczi, Curtain, Hager y Harrison, 1995; Mertens, 1996; Hernández y Rocha, 1996; Hodkinson e Issitt)
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Asi mismo, se comienzan a implantar aplicaciones rigurosas y sistemáticas del enfoque de competencias en varios países e instituciones educativas, como por ejemplo en Estados Unidos a través del proyecto de competencias básicas SCANS (1992a, 1992b, 1993) y en Colombia a través de la reforma del examen de estado para el ingreso a la educación superior (Icfes, 1999)
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Se incorpora el concepto de competencias en las políticas educativas internacionales, como por ejemplo el proyecto Tuning en Europa (González y Waganaar, 2005) y el proyecto DeSeCo (OCDE, 2005). Asimismo, hay nuevos desarrollos teóricos y metodológicos de la formación basada en competencias desde un enfoque holístico y complejo (Rychen y Salganik, 2003; Tobón, 2001, 2006, 2009a, 2009b)