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El Vaso François es uno de los más impresionantes ejemplos de la cerámica griega. Mide nada menos que 66 centímetros de alto y está decorado al completo con historias de la mitología griega, monstruos e incluso escenas cómicas. Hasta las asas y la base están profusamente decorados.
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La identidad de la figura es complicada. Se ha dicho que es Poseidón en el acto de arrojar su tridente, pero ese acto de arrojar el tridente no era nada habitual. Y un tridente no encaja bien con la composición de la figura, como descubrió un grupo de historiadores. Lo que sí sabemos es que el Templo de Sunión estaba dedicado a él.
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De los frontones del Partenón ya hablamos largo y tendido en el artículo que le dedicamos a dicho edificio. Pero hay un grupo de esculturas que merece ser individualizado y situado aquí, brillando con luz propia entre lo mejor del arte griego.
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El Doríforo es otra de las obras maestras del arte griego que se han perdido. Por suerte su fama fue grande en su tiempo, y los copistas romanos realizaron varias copias que sí se conservan. La mejor, o la mejor conservada, se descubrió en las excavaciones de Pompeya y se conserva en el Museo Arqueológico Nacional de Nápoles.
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El Arte Griego marca un referente para la civilización occidental que perdurará hasta nuestros días. Los modelos griegos de la antigüedad son tenidos como clásicos y los cánones escultóricos y los estilos arquitectónicos han sido recreados una y otra vez a lo largo de la historia de Occidente.