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También existieron las botellas de barro: de ese material eran muchos de los bombylios, guttus, lekitos y alabastrones griegos. El uso de un material parecido al cristal comenzó en Egipto y Siria hacia el siglo XV a.C.
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En la Antigua Roma el uso de la botella fue general. En una pintura pompeyana del siglo I se ve claramente dibujada una botella de vidrio con un vaso que le sirve de tapadera
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Hace 3.500 años ya las utilizaba el pueblo egipcio. De hecho, las primeras botellas de las que hay constancia fueron de calabaza. Aunque también se fabricaban de piel de cabra: egipcios y griegos transportaban el vino (puedes ver la historia del vino) en ellas dejando como cuello la parte de la pata una vez desalojada la pezuña.
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hechas mediante la técnica ya definitiva del soplado. Las pequeñas botellitas estuvieron destinadas a contener perfumes (ver historia del perfume) e incluso lágrimas vertidas por los seres queridos
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También la madera fue material con el que se confeccionó esta vasija en la Alemania del siglo XV. A partir de esa fecha este material entró a formar parte de la industria botellera, como también los metales
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Hasta principios del siglo XIX la industria botellera había permanecido inalterable, anclada en técnicas del pasado. Fue entonces cuando un cristalero de Bristol, Henry Ricketts, patentó en el año 1821 un molde para fabricar botellas en serie
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Hoy en días las botellas de vidrio o cristal se emplean para envasar casi de todo: vino, cerveza, whisky, vinagre de Módena, licor, agua, aceite de oliva, perfumes, champagne o cava, azafrán, leche, aceite de argán, Coca-cola, caramelos… de todo.
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A lo largo de la Edad Media la botella conoció un fuerte declive. La rudeza de los tiempos y las dificultades sobrevenidas tras el hundimiento del Imperio Romano cambiaron las costumbres y dificultaron el comercio
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La primera botella para una bebida carbonatada fue patentada por el fabricante de gaseosas Hiram Codd, en 1872. Su modelo se popularizó muy pronto en Europa, Asia y Australia, perfeccionándose de forma progresiva a medida que cambiaban las necesidades.
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Los griegos llamaron a estos recipientes delicados y de tan diverso uso con la palabra ampolla o balsamario. Estos ejemplares griegos (al menos los que nos han llegado hasta nuestra época), eran algo diferentes a los egipcios: tenían pequeñas asas en forma de orejas. De hecho, terminarían por parecerse más al ánfora que a lo que hoy entendemos por botella.