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Saúl no ocultó sus sentimientos y varias veces, durante ataques de celos extremos, incluso intentó quitarle la vida a David.
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Pero los temores de Saúl crecieron a medida que los triunfos militares de David se hicieron más numerosos y brillantes, y al final sus celos se convirtieron en odio.
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Luego, David huyó al sur, a las montañas de Judá, su hogar. Necesitaba comida y armas. Estos los obtuvo de la ciudad de Nob, que está a mitad de camino entre Guibeá y Belén.
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David no vio otra alternativa que huir a Gat, ciudad principal de sus más acérrimos enemigos, los filisteos, con la misma espada de su campeón masacrado a su lado.
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Entonces David escapó hacia el este y buscó refugio en una de las cuevas cerca de Adulam, en la llanura de Judá, entre Belén y Hebrón.