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El menor de 13 hermanos, Iñigo de Loyola, nació el 23 de octubre del año 1491, en Azpeitia, España.
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Iñigo, dentro del ejército Español, eventualmente escaló hasta llegar al rango de oficial.
El 20 de mayo, en la batalla de Pamplona, Iñigo se vio gravemente herido por una bala de cañón, que impactó directamente en su pierna. Fue médicamente atendido de inmediato; quedando en camilla hasta el siguiente año. Durante su recuperación, Iñigo se comenzó a interesar por la lectura. Fue entre esos donde poco a poco fue conociendo acerca de Cristo y los santos. -
En marzo de 1522, Iñigo se sentía lo suficientemente recuperado para que fuera dado de alta; con un nuevo propósito en mente, que era el de servir a Dios.
Dejó su espada en el altar de un santuario, donde pasó en vigilia durante toda la noche. Renunció a sus relucientes prendas y se las regaló a un hombre pobre, todo esto con el fin de llevar la vida como un pobre peregrino, dejando atrás esa vida como un noble soldado. -
Iñigo, ahora Ignacio, sintió un llamado hacia el sacerdocio, sin embargo, no cumplía con los estudios requeridos para esto; por tanto, se vio en la necesidad de reresar a la escuela, donde comenzaría por aprender la gramática de la lengua de Latín; en conjunto con niños. Él no se avergonzaba por ser una persona mayor, estudiando junto a niños.
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Ignacio junto con otros 6, se pronunciaron devotamente ante la pobreza, en busca de la pureza y obediencia, formando así la Compañía de Jesús.
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La mañana de navidad de 1538, Ignacio celebró su primera misa en la iglesia de Basilica di Santa Maria Maggiore, en Roma.
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El 27 de septiembre de 1540, Pope Paul III estableció la Compañía de Jesús como una religión oficial dentro de la iglesia católica.
Los anónimos 6 miembros de esta comunidad, nombraron a Ignacio de Loyola como el primer Superior General. -
Durante los siguientes 15 años, Ignacio de Loyola guiaría a la Compañía desde dos pequeños salones en Roma. Fue acá mismo donde Loyola redactó él mismo las constituciones para la sociedad.
Iglesias y escuelas Jesuítas fueron fundadas a lo largo de Europa. Misionarios Jesuítas viajaron hasta el oeste de Brasil, y hasta Japón.
Aún con toda esta nueva responsabilidad, Ignacio mantuvo los principios de la Compañía que había formado, sirviendo a los pobres y enfermos en Roma.