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1879: el científico francés Alphonse Bertillon introduce el sistema antropométrico (medición de partes del cuerpo para identificar criminales). 1880s: aparecen los primeros laboratorios policiales y se comienzan a aplicar métodos científicos en la investigación. 1892: Juan Vucetich, en Argentina, crea el sistema de identificación por huellas dactilares (dactiloscopia), revolucionando la criminología. Se consolida la idea de la investigación criminal como disciplina técnica y científica.
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En las civilizaciones antiguas (Egipto, Grecia, Roma), las investigaciones se basaban en testimonios, confesiones y castigos públicos. No existían métodos científicos; la verdad se buscaba mediante declaraciones o juicios divinos (“pruebas de Dios”). En la Edad Media, los jueces o gobernantes eran quienes juzgaban y castigaban directamente.
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Se desarrollan nuevas áreas como la balística forense, la toxicología, la grafología y la medicina legal. Se crean laboratorios criminalísticos en Europa y América. Los investigadores comienzan a usar la fotografía forense y los análisis químicos en escenas del crimen. Se profesionaliza la figura del investigador criminal.
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Se introducen técnicas de microscopía, análisis de sangre y estudios de ADN primitivos. Surgen instituciones especializadas como el FBI (EE.UU.), que implementa métodos estandarizados de investigación. Se fortalece el uso de la metodología científica en todo el proceso investigativo (observación, hipótesis, comprobación y conclusión).
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La computadora y la informática comienzan a aplicarse en bases de datos criminales (huellas, ADN, antecedentes). Se crean perfiles criminales basados en psicología y criminología. En los años 90, la identificación genética (ADN) se convierte en una herramienta esencial para resolver delitos.
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Se emplean tecnologías avanzadas: análisis de ADN, reconocimiento facial, inteligencia artificial y bases de datos globales. La investigación se vuelve interdisciplinaria, combinando ciencias forenses, informática, biología, derecho y criminología. Se prioriza la preservación de la evidencia digital y la cooperación internacional para combatir delitos cibernéticos, terrorismo y crimen organizado. El enfoque principal es la búsqueda de la verdad con métodos científicos, éticos y legales.