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En la edad media y el renacimiento, el acceso a la lectura era limitada, las lecturas que lograban llegar a los niños más afortunados, no tenían nada que ver con lo que hoy llamamos literatura infantil.
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Se editaron historias para niños hasta entonces difundidas mediante la tradición oral. Junto con la traducción de las Fábulas de Esopo, alcanzó gran popularidad en España el Fabulario de Sebastián Mey (1613), en el que reunió 57 fábulas y cuentos que concluyen con una lección moral.
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Entre las leyendas célticas y los relatos populares franceses e italianos que recopiló, encontramos clásicos como La Cenicienta, El gato con botas, Caperucita Roja y Pulgarcito.
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Conforme aparecieron novelas ligeras de aventuras, la atención por la lectura infantil fue en aumento. Dos ejemplos clásicos son Robinson Crusoe (1719) y Los viajes de Gulliver (1726), ambas escritas para adultos pero recomendadas con el paso del tiempo también para niños.
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La corriente del romanticismo propició el auge de la fantasía. De esta época datan dos iconos de la literatura infantil, de gran talento literario. Por un lado, los hermanos Jacob y Wilhelm Grimm que, desde Blancanieves hasta La bella durmiente, popularizaron muchos de los personajes más famosos hoy en día gracias a sus Cuentos para la infancia y el hogar.
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No fue menos trascendente la aportación de Hans Christian Andersen, Cuentos para niños (1835), caracterizada por su sensibilidad a la hora de esculpir a personajes tan dispares como La sirenita y El patito feo.
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La editorial Saturnino Calleja, creada en 1876, fue la que divulgó las mejores piezas de literatura infantil en España gracias a los denominados “Cuentos de Calleja“, que contaban con la colaboración de los mejores ilustradores de la época.
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Si diversos escritores decimonónicos como Oscar Wilde, Mark Twain, Rudyard Kipling, Robert Louis Stevenson, Jules Verne y E.T.A. Hoffmann ya coquetearon con el género, sería en el siglo XX cuando la literatura infantil adquiriría su completa autonomía y madurez.
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La lista de clásicos infantiles no tendría fin, y podría estar encabezada por libros tan conocidos como Peter Pan, Mary Poppins, El principito, Las crónicas de Narnia, Charlie y la fábrica de chocolate y La historia interminable.