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En los albores de la web, allá por 1992, todo comenzó con el HTML estático. Los servidores web eran simples repositorios de archivos que enviaban páginas HTML cuando se les solicitaba. Este enfoque, aunque básico, sigue siendo relevante hoy en día para contenido que no cambia con frecuencia, como menús de restaurantes o páginas informativas.
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Con la llegada de HTTP 1.1 y los formularios HTML, nació el renderizado del lado del servidor. Tecnologías como CGI, PHP, y posteriormente Ruby on Rails y ASP.NET, permitieron generar contenido dinámico en el servidor antes de enviarlo al navegador.
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Los Java Applets prometían traer aplicaciones ricas y interactivas a la web. Aunque no perduraron, abrieron el camino para pensar en la web como una plataforma de aplicaciones, no solo de documentos.
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Inicialmente concebido como un lenguaje de scripting ligero, JavaScript evolucionó para convertirse en el corazón de la interactividad web moderna. La introducción de XMLHttpRequest y posteriormente Fetch API revolucionó la forma en que las aplicaciones web interactúan con los servidores.
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La introducción de WebSockets permitió la comunicación bidireccional en tiempo real entre el navegador y el servidor, abriendo las puertas a aplicaciones como chats en vivo y colaboración en tiempo real.
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Con el auge de frameworks como React y Angular, las SPAs transformaron la experiencia del usuario, permitiendo interacciones fluidas y rápidas sin necesidad de recargar la página completa.
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La última frontera, WebAssembly, permite ejecutar código compilado de lenguajes como C, C++, y Rust directamente en el navegador, ofreciendo rendimiento cercano al nativo para aplicaciones web complejas.
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Expansión en la automatización: Los avances en IA seguirán acelerando la automatización de procesos, tanto en el desarrollo de software como en otros sectores. GPT-4 y tecnologías similares seguirán siendo más integradas en aplicaciones de todo tipo.