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En civilizaciones como Egipto, Grecia y Roma, la justicia se basaba en confesiones, testimonios y autoridad del juez. Se utilizaban métodos no científicos, como torturas o castigos físicos, para obtener información. No existía una estructura formal para la investigación de crímenes.
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Influencia del derecho canónico y la Iglesia en la administración de justicia. Prácticas como la ordalía (juicio por fuego, agua o duelo) eran comunes para determinar la culpabilidad. Se desarrollan tribunales reales y cortes seculares, aunque aún sin técnicas científicas.
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Reformas en el sistema de justicia penal. Cesare Beccaria publica “De los delitos y las penas” (1764), defendiendo un sistema penal más justo y racional. Se establecen los primeros cuerpos policiales organizados. Comienzan los intentos por sistematizar la investigación criminal.
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1833: Alphonse Bertillon desarrolla el sistema de identificación antropométrico. 1880: William Herschel y Henry Faulds estudian el uso de las huellas dactilares como identificación. 1892: Juan Vucetich resuelve el primer caso criminal utilizando huellas digitales. 1893: Hans Gross publica el “Manual del juez de instrucción”, fundando la criminalística como ciencia.
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1901: Karl Landsteiner descubre los grupos sanguíneos, fundamentales en la serología forense. 1910: Edmond Locard formula su principio: “Todo contacto deja un rastro”. Desarrollo de laboratorios forenses en cuerpos policiales, como el FBI en EE. UU. 1984: Alec Jeffreys crea la técnica del perfil de ADN, revolucionando la identificación criminal. Se introducen bases de datos como AFIS (huellas dactilares) y CODIS (ADN).
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Uso extensivo del ADN avanzado para resolver casos antiguos. Investigación del cibercrimen, análisis forense de dispositivos electrónicos y redes sociales. Incorporación de tecnologías como: Reconocimiento facial Análisis de video y voz Inteligencia artificial y big data Drones y geolocalización Enfoque interdisciplinario: criminología, psicología, derecho, informática forense.
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Uso del ADN genealógico para resolver casos sin resolver (como el del "Golden State Killer"). Implementación de machine learning para análisis de patrones delictivos. Nuevos desafíos: delitos digitales, deepfakes, robótica forense. Enfoque en la ética y la protección de datos personales en las investigaciones.