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La verdolaga o portulaca olerácea es una planta, verdura o quelite muy apreciada en México por su sabor y su fácil integración a ciertos guisos, maíz, cacao, tortillas, pulque y algunas frutas exóticas ya se encontraban en México antes de la conquista, incluso contaban con una especie de sal llamada tequesquite.
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Recibieron a Hernan Cortez con un banquete lleno de platillos atabales, pitos, flautas, teponaztli y cantos de bienvenida acompañados de exquisitas viandas indígenas y copas del blanco vino de la tierra
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todas las manifestaciones cocineriles de España observadas por los indios culminaron en la utilización de productos tales como las especias, carnes, verduras y cocimientos que luego fusionaron en sus cazuelas y ollas: por zanahoria, chayote; por alcachofa, jitomate; por cilantro, epazote; por ajo, chile; por vino, pulque; por pan, tortillas, creándose así mixturas de ida y vuelta producto de una práctica culinaria donde no ganó lo español, sino que fue una fusión, y fue conquistado por el país
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el 22 de abrir de 1519 los españoles crearon esta villa
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En un pricipio el encuentro fue pacifico pero al mostrar las verdaderas intenciones esto cambio
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Fray Diego de Landa describió en sus crónicas a los yucatecos como desastrosos por la manera en que se embriagaban y hacían sus fiestas, llenas de bebidas alcoholicas que ellos mismos preparaban a base de agua miel y raices.
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sor Juana Ines de la Cruz formulo recetas donde combinaba ingredientes mexicanos y españoles. El resultado de estas fusiones fue Sus alfajores, de tradición morisca, sus melindres y sus amieles, sus yemitas acarameladas entre picados papelillos de diferente color, semejan extrañas flores, sus huevitos de faltriquera, sus alfeñiques, sus leves aleluyas, sus canelones de acitrón, sus tiranas de calabaza, sus refulgentes picones de camote con piña y almendra, y in sin fin mas de platillos.
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enmarcado en la fama del mole poblano, ese platillo nacional de hechuras barroquísimas, el más significativo, popular y delicioso de cuantos se hayan creado en nuestro país, también los guisos y exquisitos requiebros literarios de Sor Juana y además el nacimiento de las primeras coplas del corrido mexicano, le dieron el reconocimiento durante su gobierno
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el viajero fue por vez primera iniciado en los yantares de platillos, biscochos y la excelente dulcería poblana que, supongo, llenó los requerimientos de un paladar experto en múltiples y heterogéneas cocinas. Hizo una tabla comercial de los productos que se comercializaba en la Nueva España
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arroz a la valenciana, huevos estrellados, puchero, asado de pollo, chiles rellenos y mole de guajolote, magníficos refrescos de tejocote, tuna, chirimoya, sandía, melón, piña, naranja y horchatas de coco, almendra, piñón y arroz con canela y vainilla de Papantla, pulque, atole, chalupas, garnachas, chanclas, pambazos, memelas, picadas con salsa verde, mole de olla, panes y el chocolate que se consumia entre comidas para aguantar el hambre, todo esto ofrecido en fondas o por mujeres ambulantes
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viajo a México para conocer la situación política del país
http://memoriapoliticademexico.org/Biografias/PJR79.html -
llego a Puebla, las monjas de la ciudad no pudieron atender sus deseos gastronómicos puesto que los conventos permanecieron cerrados, los criollos le regalaron banquetes extraordinarios a los nuevos gobernantes, como moles, asados, pipianes, manchamanteles, enharinados, chiles rellenos, chiles en nogada, alcaparrados y todas las variedades de pan dulce, encandiladillas, recortados o- catarinos de huevo, picones, chilindrinas y diferentes tipos de cocoles y conchas de vainilla, fresa y chocolate
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Una dama marquesa que describía a México en su diario viajo a los lugares descritos por Joel R. Poinsett. Caserío este último donde le ofrecen zapotes, chirimoya y pulque, bebida que dice tomar con repugnancia pero que al fin de cuentas le
parece agradable. Ya en Puebla, queda arrobada con el traje de China, la excelente traza y limpieza de la ciudad y sobre todo con el clima. -
En puebla les entonaban satirizantes coplillas aprendidas a los "guerrilleros" de la sierra, que de vez en cuando bajaban del monte para echarse un "tejocote", un "amargo" o un buen aguardiente entre pecho y espalda, aprovechando de paso su peligrosa estancia para visitar a sus "chinas" y recetarse algunos platos de pambacitos con longaniza, lechuga, jocoque, cebolla, aguacate y su hirviente baño
de adobo a la poblana.