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Si bien nuestra evolución proviene de mucho antes, desde los primates. He de aclarar que nuestra evolución como especie en el ámbito cultural y tecnológico comienza con la aparición del Australopitecino. Esta clase de ser humano ya llevaba una postura recta y era capaz de andar con los dos pies de forma bipedal. No solo eso, también es un punto muy importante pues el Australopitecino había empezado a desarrollar una parte importante y crucial en nuestra evolución, el cerebro humano.
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Como siguiente paso en la cadena evolutiva, llega el Homohabilis, que se especula que existió hace 2,5 millones de años. Y luego, llegaron los Homoerectus. Se dice que estos ya tenían una inteligencia mucho más avanzada, andaban en grupos y se dice que habían descubierto el fuego. Usándolo para cocinar los alimentos.
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En esta etapa evolutiva nos encontramos al Homosapiens Neatherthal, el cual era una versión muculosa y maciza del ser humano. Una especie cazadora de mamuts, con utensilios mucho más sostificados que los Homoerectus.
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Los primeros registros del uso del fuego datan de hace unos 750.000 años y corresponden a los hogares de los Homoerectus hallados en grutas de francia. Éstos fueron los primeros homínidos que se dispersaron hacia regiones frías. La posesión del fuego les permitió, asimismo, cocinar la carne y los vegetales, los cuales les resultaron así más tiernos y sabrosos, amén de que destruían una buena cantidad de bacterias y parásitos.
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Todas las versiones que anteceden a este momento resultaron en grandes pasos evolutivos hasta encontrarnos con nuestro padre genético. El Homosapiens. Estos Homosapiens fabricaban herramientas y utensilios muy elaborados y ya realizaban pinturas rupestres, poseían una organización social compleja y fueron nómades.
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El ser humano es una especie muy social la cual se enriquece del aprendizaje conforme ocurren los acontecimientos tras la experimentación. No solo eso, el compartir esas experiencias con el resto del grupo, adquiriendo una organización social y la transmisión y el intercambio de conocimientos.
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Lo que separa al hombre del resto de los animales es la habilidad para construir herramientras. Éstas pueden servir para cazar u obntener las pieles de los animales, o para fragmentar y transportar alimentos.
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No se sabe a ciencia cierta cuándo ni donde el hombre comenzó a trabajar en los metales; sin embargo, es probable que esa actividasd que requería de tecnicas eespecializadas, haya surgido en los pueblos del Cercano Oriente y se haya dinfundido desde allí hacia todo el resto del mundo antiguo.
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Los documentos escritos más antiguos tambnién provienmen de Sumeria en tablillas planas de arcilla con simbolos que representaban al Sol, los cereales y los animales.
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Han pasado ya más de dos millones de años desde que el hombre fabricara las primeras herramientas de piedra. En ese lapso, que en la historia de la vida sobre la Tierra no representa más que un instante, el ser humano realizó un incontable número de descubrimientos y alcanzó un enorme desarrollo tecnológico.
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Los primeros metales que se trabajaron fueron el cobre y el oro. Este último era el más codiciado, por su hermoso color y por ser el más pesado e inerte, es decir, que sus propiedades no se alteraban con el tiempo. El cobre, por su parte, se utilizaba para confeccionar adornos, pero no podía usarse en la manufactura de herramientas porque se desgastaba fácilmente.
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Más tarde se lucieron las primeras aleaciones de los metales. Se incorporó así un material más duro, el bronce, consistente en un principio en una aleación de cobre y arsénico y, posteriormente, de cobre y estaño, que se utilizó muchísimo para fabricar herramientas, armas y armaduras.
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A partir del año 1000 a.C. se inicia una nueva etapa en la historia tecnológica de del ser humano: la edad del agua y del viento, que se extiende hasta el año 1732 d.C. y se conoce así porque comenzaron a utilizarse ampliamente la noria, o molino de agua, y más tarde el molino de viento. En este largo periodo de la historia de la humanidad se perfeccionaron las herramientas y se desarrollaron máquinas, utilizando diferentes fuentes de energía.
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Finalmente, hacia el año 1000 antes de Cristo, se empezó a utilizar el hierro, un metal que requiere técnicas más complejas para su extracción y moldeado. Este material acabó reemplazando a los demás en la fabricación de armaduras y herramientas.
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En 1769, el ingeniero ingles James Watt perfeccionaba en inglaterra una máquina que funcionaba con vapor de aagua. Esta máquina se había utilizado exitosamente en la industria textil y, poco después, se aplicó al funcionamiento de las primeras locomotoras.
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En 1831, el físico inglés Michael Faraday ideó el primer transformador eléctrico, que empleaba dos bobinas de alambre y un anillo de hierro. Una vez perfeccionado, el invento de Faraday permitió generar electricidad barata y en las cantidades deseadas.
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Alexander Graham Bell es el padre del teléfono, pues en el año 1876 patentó el teléfono, un dispositivo capaz de enviar mensajes orales a través de cables.
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El ser humano, desde entonces, ha ideado muchas maneras de transportarse, desde la domesticación de animales como los caballos hasta la creación de naves espaciales. Todo este enorme salto empezó con la idea de mejorar el desplazamiento del ser humano de un punto a otro. Desde el primer automovil visto en 1886, hasta las nuevas naves aereas que conforman la actualidad.
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A las 16:18 (hora del este de los Estados Unidos) del 20 de julio de 1969, los astronautas Neil Armstrong y Edwin Aldrin posaron un módulo del "Apollo XI" en la superficie de la Luna, mientras que Michael Collins permanecía en órbita en torno del satélite. Armstrong, al desembarcar, se convirtió en el primer ser humano en pisar un mundo que no fuera la Tierra. Sus palabras fueron: "Es un pequeño paso para un hombre, pero gigantesco para la humanidad".
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La curiosidad humana no tiene límites, ni siquiera los que le impone el propio planeta. La carrera especial avanza a pasos agigantados: a los vuelos tripulados les siguieron inmediatamente las sondas no tripuladas, gracias a las cuales hoy contamos con muchisima información sobre nuestro Sistema Solar. Pero además de escudriñar los confines del Universo, el hombre ha puiesto en órbita un buen número de satélites artificiales.
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Ahora sabiendo algunas bases de la evolución tecnológica del ser humano, suena emocionante el futuro que nos depara como especie. Pues no sabemos qué clase de avance nos hará cambiar la forma que vemos al mundo o como nos manejamos, quien sabe, en el futuro los seres humanos nos vean a nosotros como seres arcaicos con tecnología primitiva. Es cuestión de pensarlo.