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La vida empieza antes de nacer, y la etapa prenatal es la que incluye los momentos en los que aún no se ha salido del útero. En ese periodo ya somos capaces de aprender a través del tacto y de los sonidos.
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Es la etapa en la que se dan los pasos más importantes en el desarrollo del lenguaje y además se realizan los aprendizajes esenciales sobre cómo funciona el mundo.
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En esta fase se forma el autoconcepto y se gana la capacidad de pensar en los estados mentales de los demás, ya sea para intuir sus intenciones o para saber qué información no saben. Esta habilidad se llama teoría de la mente.
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En esta etapa se producen muchos progresos en la capacidad para comprender operaciones matemáticas y la estructura de frases complejas. Del mismo modo, la importancia de tener buenas relaciones con los demás y de dar una buena imagen empieza a ganar peso.
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Es una etapa crucial, ya que se consolida la capacidad para pensar en términos abstractos y además se producen unos cambios hormonales que pueden producir cierta labilidad emocional.
Además, en la adolescencia se produce la parte más intensa de la búsqueda de la propia identidad, y los círculos sociales a los que se quiere pertenecer ganan mucha influencia en la persona. -
Aquí se produce la consolidación de los círculos de amistad más duraderos y se aprende a vivir con un alto grado de independencia, de modo que ya casi no se depende de los padres.
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En esta fase se consolida la faceta laboral y se aprende del todo una especialización que permitirá generar ingresos para vivir de forma independiente.
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En ella se acostumbra a consolidar el nivel de ingresos a unos niveles que permiten vivir mejor que antes, pero se producen cambios corporales que hay que saber gestionar.
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En ella se gana una nueva independencia al desaparecer las obligaciones laborales habituales y al producirse la marcha de los hijos e hijas que se haya podido tener. En algunos casos esto produce el Síndrome del Nido Vacío.