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El narrador dijo que iba a decir la historia de su boda, pero al principio no hay nada sobre una boda...
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Una chica muy mal vestida estaba en la puerta de un café muy tarde por la noche, y al narrador le vendió un billete de lotería.
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El narrador quería ser generoso, y compró el décimo de la chica por un duro, y ella le dijo al narrador que él traía suerte.
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El comentario le confundió al narrador, y ella le explicó que el décimo seguramente iba a ganar, por el numero del décimo era tan semejante a su edad y cumpleaños: 1.620.
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El narrador quería ser amable, y a las esperanzas de la chica respondió que si el billete sacó premio él le daría la mitad a ella.
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Ella se puso muy alegre a oir la promesa del narrador, y le pidió a él las señas de su casa y su nombre para que ella pudiera encontrarlo cuando el billete sacó el premio.
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Varias días después de la compra, el criado del narrador le trajo a él la lista de la lotería, y el narrador vi que el numero del premio gordo era suyo: 1.620.
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Después de ver la lista, el narrador fue inmediatamente a su sobretodo donde había puesto el décimo, y se dio cuenta de que no el décimo estaba allí.
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El narrador buscó el décimo con furia por toda su casa, pero no podía encontrarlo en ningún lugar.
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A la tarde la chica llegó a la casa del narrador, con lágrimas de alegría en sus ojos, y al narrador le dijo que ella no había sido mintiendo; habían sacado el gordo.
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El narrador, con miedo de ver disconfianza en los ojos de la chica, le dijo a ella que había perdido el billete; no iban a tener las riquezas del premio gordo.
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Para la sorpresa del narrador, ella no estaba triste ni enojada, solamente se encogio los hombres y dijo que ellos no nacieron para ser ricos.
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Al final, aunque ellos no habían sacado el gordo con su décimo perdido, habían encontrado algo que vale mucho más: el amor. Se casaron, y en su enlace ellos encontraron más felicidad que hubieran podido comprar con todo el dinero del gordo.
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Y luego yo vomité.