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Dewey en su obra “Cómo pensamos”, reflexionó profundamente acerca de la naturaleza de la escuela y concluye que además de dedicarse a la formación académica, las escuelas deben ser espacios donde los estudiantes aprendan acerca de la democracia, las habilidades necesarias para preservarla (Cisneros, 2018).
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Defiende la bondad básica de los seres humanos, así como su tendencia a lograr niveles cada vez más altos de desarrollo.
Destacan los aportes de Maslow y Rogers, quienes señalan que una de las metas de la educación es satisfacer las necesidades psicológicas básicas, ya que no puede alcanzarse la autorrealización mientras no sean satisfechas las necesidades de seguridad, pertenencia, dignidad, amor, respeto y estima. (Cisneros, 2018). -
Los aportes más contemporáneos en las teorías de la emociones de Arnold (1970), Fridjda (1988), Lazarus (1991), entre otros, han permitido penetrar en la comprensión de la complejidad de las emociones y de los procesos emocionales (Cisneros, 2018).
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Salovey y Mayer han profundizado y difundido el concepto de inteligencia emocional, así como destacado su importancia en la educación integral del individuo. Se resalta la modificabilidad de la inteligencia emocional en el sentido de que a diferencia de lo que ocurre con el cociente intelectual, la inteligencia emocional puede mejorar a lo largo de la vida (Cisneros, 2018).
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Desde el campo de la neurociencia, destacan las contribuciones de MacLean (1993), Le Doux (1999) y Damasio (1994) que han permitido profundizar el conocimiento acerca de la estructura del cerebro y de su funcionamiento, contribuyendo a la construcción del concepto de cerebro emocional (Cisneros, 2018).
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La teoría de las inteligencias múltiples de Gardner hace un significativo aporte a la educación al integrar los estudios de la mente y del cerebro, corroborando que la mayoría de las personas posee un gran espectro de inteligencias (Cisneros, 2018). La inteligencia emocional, obra de Daniel Goleman, marca un hito sin precedentes en el estudio de las emociones. Produce un impacto mundial de primer orden y pone de moda las emociones.
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El Informe a la UNESCO de la Comisión Internacional sobre Educación para el siglo XXI, propone a los países fundamentar sus esfuerzos educativos en cuatro pilares básicos: aprender a conocer, aprender a ser, aprender a ser y aprender a vivir.
El aprender a ser y el aprender a vivir, son aspectos implicados en la educación emocional (CIsneros, 2018). -
Bisquerra la define como un proceso educativo, continuo y permanente, que pretende potenciar el desarrollo emocional como complemento indispensable del desarrollo cognitivo, constituyendo ambos los elementos esenciales del desarrollo de la personalidad integral.
Para ello se propone el desarrollo de conocimientos y habilidades (Cisneros, 2018) -
Es biología y es aprendizaje. Es estímulo y respuesta, impulso y acción, instinto y reflexión, medio y fin, inconsciencia y conciencia, sensación y cognición. Parece ser que la paradoja es la esencia de la emoción. En una emoción encontramos siempre un componente natural o innato y otro aprendido o adquirido, que a menudo han resultado antagónicos y que la educación de las emociones tiene que reconciliar (CIsneros, 2018).