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Fernando VII no restituye elementos tradicionales del Antiguo Régimen como la Inquisición, irritando así a los sectores más absolutistas.
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A través de la Pragmática Sanción (1830), el monarca derogaba la Ley Sálica y convertía a Isabel en la legítima heredera y futura reina de España.
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en 1830 nacía Isabel, hija de Fernando VII y María Cristina de Borbón, pero su acceso al trono era imposible debido a la Ley Sálica.
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Inmediatamente después de conocerse la muerte de Fernando VII, en septiembre de 1833, se iniciaron levantamientos armados a favor del pretendiente Carlos. Comenzaba una larga guerra civil que iba a durar siete años y desangraría la nación. El conflicto sucesorio escondía un enfrentamiento que dividió política y socialmente al país.
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La muerte del rey en 1833 trajo consigo la coronación de una niña de apenas tres años, iniciándose la regencia de su madre, María Cristina. Sin embargo, Carlos María Isidro no reconocerá la legitimidad de la nueva reina y reclamó sus derechos al trono, proclamándose rey en el norte del país y dando así comienzo a la I Guerra Carlista.
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La guerra se inicia con el Manifiesto de Abrantes de 1833,
(Portugal), en el cual Carlos M Isidro se opone a la proclamación de Isabel como reina. -
El primer gobierno de la regencia estuvo presidido por Francisco Cea Bermúdez (1833) y estaba compuesto por absolutistas moderados. La única reforma de este gobierno fue la división provincial de España, realizada por Javier de Burgos en 1833.
Ante la extensión de la guerra carlista María Cristina, aconsejada por algunos militares y
asesores, decidió que para ganarse a su causa a los liberales debía hacer un cambio de gobierno que
acabara con el inmovilismo de Cea Bermúdez. -
Ante la minoría de edad de Isabel, María Cristina de Borbón asumió la regencia a la muerte de su marido Fernando VII en 1833. Pese a que la regente no se identificaba con su ideario, los liberales se configuraron como la única fuerza capaz de mantenerla en el trono.
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En 1830 nacía Isabel, hija de Fernando VII y María Cristina
de Borbón. A través de la Pragmática
Sanción (1830), el monarca convertía a Isabel en la legítima heredera y futura reina de España. La
muerte del rey en 1833 inició la
regencia de María Cristina. Sin embargo, Carlos María Isidro no reconocerá la
legitimidad de la nueva reina y reclamó sus derechos al trono, proclamándose rey en el norte del
país y dando así comienzo a la I Guerra Carlista. -
Predominio de los carlistas (lema “Dios, Patria,
Fueros, Rey”.) En el bando carlista se agruparon pequeños nobles rurales, parte del bajo clero y muchos campesinos influenciados por sus párrocos. Todos defendían el absolutismo y el inmovilismo. El carlismo, como pronto se empezó a llamar al movimiento que apoyaba los derechos de Carlos de Borbón, se presentaba como una ideología tradicionalista y antiliberal. Tuvo fuerte
influencia en Navarra, País Vasco, zona al norte del Ebro, y el Maestrazgo. -
Se formó un gobierno con reformas muy moderadas. Entre ellas destacó el Estatuto Real en 1834, una Carta Otorgada,
concedida por la voluntad de la regente:
- Cortes bicamerales formadas por la Cámara de Próceres, y la Cámara de Procuradores, con funciones muy limitadas.
- El monarca mantenía importantes poderes.
- No recogía una declaración de derechos y libertades
- Soberanía residía en el rey y las Cortes. Los liberales se dividieron y se crearon el Partido Moderado y el Progresista. -
Zumalacárregui fracasó en el asedio a Bilbao (1835), donde murió. A Zumalacárregui le sustituyó el general Maroto.
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Aunque estos nunca consiguieron conquistar una ciudad importante, Carlos llegó a instalarse en Navarra y organizó una monarquía alternativa, con su corte, su gobierno y su ejército. El general carlista Zumalacárregui conquistó Tolosa, Vergara, Durango y Éibar.
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En 1835 se formó un nuevo gobierno progresista encabezado por Juan Álvarez Mendizábal. La desamortización de Mendizábal consistió en la expropiación y nacionalización de bienes de la Iglesia para su posterior venta en pública subasta al mejor postor para recaudar fondos para el Estado, provocando la ruptura con la Santa Sede y que los clérigos apoyarán a los carlistas.
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La guerra terminó por decantarse hacia el bando isabelino-cristino a partir de la victoria del general liberal Baldomero Espartero en Luchana (1836), lo que puso fin al asedio de Bilbao.
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En el verano de 1836, reaparecen los levantamientos, que culminan en agosto con el Pronunciamiento de los Sargentos de La Granja (1836) que obligó a la regente a abolir el Estatuto y reimplantar la Constitución de 1812. Con esto y el nombramiento de un jefe de gobierno progresista, José María Calatrava, concluye la etapa considerada de transición, comenzando la verdadera revolución liberal.
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Predominio del bando isabelino-cristino, el cual contaba con el apoyo de una parte de la alta nobleza y de los funcionarios, así como de un sector de la jerarquía eclesiástica. La regente se vio obligada a buscar la adhesión de los liberales a su causa (aunque personalmente ella no era liberal). De este modo, y para que se unieran la burguesía y los sectores populares de las ciudades en la defensa de Isabel, María Cristina tuvo que poner fin al absolutismo y al Antiguo Régimen.
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A partir de 1837 las derrotas carlistas fueron continuas (el intento carlista de tomar Madrid en 1837 en la Expedición Real fue un rotundo fracaso y división del carlismo y Don Carlos terminó por huir a Francia.
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El ambicioso proyecto de reforma agraria (disolución del régimen señorial, supresión de los mayorazgos y desamortización de los bienes eclesiásticos) la facilitación de la libertad de mercado y la aprobación de una ley de imprenta en el verano de 1837 se aprobó la
nueva Constitución, adaptando el texto de Cádiz y con las bases del progresismo:
● Soberanía nacional.
● División de poderes.
● Derechos individuales y libertad de imprenta.
● No se prohibían otras religiones.
● Sufragio censitario. -
Firmado por Espartero Maroto. Se reconocieron los grados militares de los que habían luchado en el ejército carlista, una amnistía para los carlistas y una ambigua promesa de respeto de los fueros vasco-navarros. A nivel político, significó la aceptación de Isabel como reina por los carlistas, y la aceptación de fueros vascos-navarros por los isabelinos. A nivel económico , significó una mala situación en la hacienda, tensiones sociales y un clima de inseguridad sobre todo en las zonas rurales.
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El general carlista Cabrera se negó a aceptar el acuerdo y continuó defendiendo la causa carlista en el Maestrazgo, hasta su derrota total en 1840, exiliándose también a Francia.
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Tras la Constitución, los moderados obtuvieron una clara
mayoría en las elecciones. Paralizaron el proceso desamortizador y promulgaron la Ley de Ayuntamientos en 1840, que permitía a la Corona nombrar directamente a
los alcaldes de las capitales de provincia y que estableció el sufragio censitario masculino, donde
solo podían votar los mayores contribuyentes, así como varones con un determinado nivel
intelectual, en total unos 240.000 varones de más de 25 años (1/58 de la población). -
La oposición progresista a la Ley de Ayuntamientos de 1840, provocó una insurrección que, unido a diversos problemas ligados a la vida privada de María Cristina la forzaron a renunciar y a marchar fuera del país. En su ausencia se nombró a un nuevo regente: el general Baldomero Espartero, del Partido Progresista.
Durante su corta regencia, se aceleró la desamortización de los bienes eclesiásticos del clero secular y se recortaron los fueros vasco-navarros. -
La firma de un acuerdo librecambista con Inglaterra dio lugar a grandes protestas en Barcelona (sus industrias fueron perjudicadas con este acuerdo, ya que eran partidarias del proteccionismo) que fueron duramente reprimidas. El bombardeo de la ciudad en diciembre de 1842 llevó a que Espartero perdiera toda su popularidad, incluso entre su propio partido.
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Finalmente, una sublevación militar organizada por los moderados liderados por Narváez, a la que se unieron algunos progresistas, precipitó el fin de la regencia de Espartero y su exilio.
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Para salir de la difícil situación política en la que se hallaba el país, las nuevas autoridades aceleraron, pese a tener solo 13 años, la coronación como reina de Isabel II.
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Por el duque de Ahumada, como una fuerza armada encargada de aplicar la ley y orden esencialmente en el medio rural. Como medida complementaria se suprimió la Milicia Nacional.
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En mayo de 1844 se formó un gabinete presidido por el general Ramón María Narváez, la gran figura de los moderados.
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Tras acceder al trono, al adelantarse su mayoría de edad en noviembre de 1843, Isabel II mostró desde un principio su preferencia por los moderados, dejando fuera del juego político al Partido Progresista, abriendo así un largo período de predominio moderado. Los progresistas optaron, bien por el retraimiento, negándose a participar en unas consultas electorales claramente amañadas, o por la preparación de pronunciamientos apoyados por insurrecciones populares.
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Reforzaba el centralismo reservando al gobierno el
nombramiento de los alcaldes. -
Elaborada por Alejandro Mon y Ramón Santillán. Se estableció un nuevo sistema fiscal más racional, eficaz y moderno, que puso fin al enrevesado sistema impositivo del Antiguo Régimen.
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De carácter moderado, se diferencia de la de 1837 en una serie de aspectos esenciales:
o Soberanía compartida del Rey y las Cortes. Esto se concreta en un poder legislativo compartido por ambas instituciones y en una clara preeminencia de la Corona en el proceso político.
o Confesionalidad del Estado.
o Sufragio censitario muy restringido.
o Recorte de los derechos individuales, especialmente la libertad de expresión. -
Configura un verdadero régimen oligárquico. Se estableció un sufragio muy restringido que limitó el cuerpo electoral a 97.000 varones mayores de más de 25 años, lo que suponía el 0.8% del total de la población.
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El Papa reconoció a Isabel II como reina y aceptó la pérdida de los bienes eclesiásticos ya desamortizados. Se suspende el proceso de desamortización. A cambio el Estado español devuelve a la Iglesia parte de las tierras nacionalizadas, se comprometió a subvencionar a la Iglesia y a entregarle el control de la enseñanza (reflejado en la Ley Moyano de 1857) y a encargarla labores de censura. También se firma el Patronato Regio, eligiendo directamente la reina, las autoridades eclesiásticas.
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O'Donnell creó un nuevo partido, la Unión Liberal, que trató de cubrir un espacio de centro entre moderados y progresistas.
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Formación de un gobierno presidido por el progresista Espartero. La otra gran figura del gobierno junto a Espartero fue el general Leopoldo O'Donnell
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La crisis económica, la corrupción y el autoritarismo de los últimos gobiernos debilitaron a los moderados, generando un gran descontento popular que culminó en un pronunciamiento. Iniciado por el general Leopoldo O'Donnell en Vicálvaro. El golpe militar se radicalizó tras la publicación por los rebeldes del denominado Manifiesto de Manzanares.
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Redactado por el joven Antonio Cánovas del Castillo y firmado por O´Donnell, este manifiesto recogía las reivindicaciones progresistas, exigía reformas políticas y unas Cortes constituyentes para hacer posible una auténtica regeneración liberal, lo que hizo que consiguiera un amplio respaldo popular y animó a otros generales a unirse a la rebelión. Finalmente, el golpe triunfó y propició la formación de un gobierno presidido por el progresista Espartero.
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Dio grandes beneficios y privilegios a quienes invirtieran en la construcción del ferrocarril.
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Culminó el proceso desamortizador, con los bienes de los municipios, además de los de la Iglesia y Estado, provocando una nueva ruptura con la Santa Sede.
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Durante esta etapa se dio la primera huelga general de España, en Barcelona, en la que los obreros demandaban derechos de asociación y negociaciones de condiciones laborales.
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Unas nuevas Cortes Constituyentes iniciaron la elaboración de una nueva constitución más progresista que no llegó a aplicarse.
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Dio grandes beneficios y privilegios a quienes invirtieran en la construcción del ferrocarril.
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Nombrado el líder de la Unión Liberal presidente del gobierno en julio de 1856 se inició un proceso de revisión de la labor del bienio que finalmente trajo la vuelta de Narváez y los moderados al poder en octubre de 1856. Se volvía así al régimen moderado de la Constitución de 1845.
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O’Donnell y la Unión Liberal volvieron al poder en 1858 (gobierno largo de O’Donnell hasta 1863). Esta época
estuvo marcada por la euforia económica (boom de los ferrocarriles) y por el intervencionismo exterior intentado recuperar el prestigio: guerra de Marruecos (1859-1860),
intento fallido de recuperar Santo Domingo, expedición a la Conchinchina, México o la guerra contra Perú y Chile. Esta amplia actividad bélica apenas dio ningún resultado práctico. -
La vuelta de Narváez al poder en 1863 marca el inicio del período terminal del Partido Moderado.
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La inestabilidad política y la deriva autoritaria de los gobiernos caracterizaron una etapa en la que la bonanza económica llegó a su fin tras la crisis económica de 1864.
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El dirigente republicano Emilio Castelar fue destituido de su cátedra en la Universidad de Madrid, tras publicar en el periódico “La democracia”, un artículo (“El rasgo”) contra Isabel II. La protesta de los estudiantes en apoyo de Castelar fue sofocada por el gobierno de Narváez.
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Los intentos de insurrección contra la reina y el gobierno moderado, como el motín de los sargentos de San Gil en Madrid en junio 1866 fueron duramente reprimidos por el general Serrano (70 oficiales y suboficiales del ejército fueron fusilados).
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El creciente autoritarismo del anciano Narváez llevó a la formación del Pacto de Ostende (1866): demócratas, progresistas, unionistas y republicanos se aliaron para derrocar a la reina y a su régimen y el establecimiento de un gobierno provisorio que proclamara derechos fundamentales, entre los que destacan el sufragio universal. Una vez conquistado el poder se formarían unas Cortes Constituyentes que establecerían la forma de gobierno desde entonces: monarquía o república.
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O'Donnell se negaba a que la Unión Liberal se uniese a este grupo, pero a su muerte en 1867, su sustituto, el general Serrano, también se unió.
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Estalló la Revolución de septiembre de 1868 en Cádiz, conocida como “La Gloriosa”, encabezada por Prim, Serrano y Topete. Tras la derrota de las fuerzas realistas en la batalla del Puente de Alcolea (Córdoba), Isabel II abdicó y se marchó al exilio, iniciando con ello el Sexenio Democrático.