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Fué el Primigénito de Lino de Pombo y Ana María Revolledo, los cuales formaban parte de la aristocracia criolla.
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Como era costumbre, doña Ana enseñó a Rafael las primeras letras. A los once años, en 1844, ingresó en el seminario. El latín allí estudiado haría de él un diestro traductor de los clásicos.
Parece que la inclinación por la poesía nació en Pombo desde muy temprano. Ya a los diez años había copiado versos y traducciones en un cuadernillo que tituló Panteón literario. -
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Dentro de los cuales estan: El pardillo, El renacuajo paseador, Simón el bobito, Pastorcita, Juan chunguero, La pobre viejecita, El gato bandido, Juan matachín y Mirringa mirronga. En cada uno de ellos la historia que se desarrolla atrae por lo gracioso, divertido y entretenido de la trama que se va desenvolviendo y también por que sin dejar lo ocurrente de la situación, siempre deja una moraleja, una enseñanza, que nos servirá para ir formando nuestro carácter y para afianzar nuestros valores.
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Permaneció 17 años en Estados Unidos, siendo ésta su época de plenitud creadora. Tal vez el contacto con una cultura y un idioma de sonoridades diferentes dio un giro universal a su obra. También mantuvo contacto con personalidades de la intelectualidad como Longfellow y Bryant. Tradujo por ese entonces a poetas ingleses, franceses y alemanes, y sus llamados Cuentos pintados se publicaron por primera vez en esa ciudad.
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Recibió el premio en el Teatro Colón. Rafael Pombo fue coronado como el mejor poeta de Colombia en un acto presidido por el general Rafael Reyes, quien donó la corona dorada que recibió el escritor.
Aquella coronación fue el reconocimiento a una vasta obra que incluía numerosas piezas –románticas sobre todo– en prosa y verso. Sin embargo lo que lo ha hecho inmortal a lo largo de las generaciones han sido sus inolvidables obras de literatura infantil, llenas de fábulas y de versos. -
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Fue miembro vitalicio de la Academia Colombiana de la lengua, en reemplazo de Manuel Maria Mallarino.
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Se honró su memoria nombrandolo como Gloria de las letras Colombianas, por su gran legado literario.
El 16 de noviembre del mismo año se expidió la ley 87, por la cual “la República honra la memoria de Rafael Pombo, gloria de las letras colombianas” y ordena la publicación de su obra, tarea que hizo Héctor H. Orjuela de forma cuidadosa y espléndida. -
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