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Un gobierno muy limitado por el desinterés al problema indígena. En noviembre de 1864 recorrieron las costas del Paraná y del Río Negro hasta un lugar llamado Monte Alto. Se inició la construcción de la capilla y la casa parroquial; siendo el Cura de la misión, Fray Agustín Bertaca.
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Negros brasileros desertores cruzaron el río y se agregaron a las tolderías. Esto explica tal vez el tinte negroide de los Toba paranaenses, a diferencia de sus parientes del Medio y Alto Bermejo quienes hasta hoy conservan los rasgos típicos de la raza original.
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Se reconstruye y amplía la capilla; se agregan cuatro piezas para talleres, una quinta de dos hectáreas cercadas, 10 ranchos y se entregaron terrenos a las familias. Pero el gobierno correntino suspende el auxilio de carne y otros artículos porque si San Buenaventura pertenece a la jurisdicción nacional, no puede el gobierno provincial hacerse cargo de esos gastos.
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Asistió el gobernador Lagraña, franciscanos y familias correntinas que habían sido trasladadas desde el amanecer en un vapor. Se bautizaron niños indígenas.
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Desde Corrientes entraron José M. Avalos, Miguel Sáenz Cavia, el mayor Toledo Isidro González, Carlos Tiers, Félix Seitor, José Ameri, Antonio Brignole, Agustín Vásquez, Agustín Andriani, Carlos Corsi. Todos recibieron parcelas e instalaron obrajes, con actividades complementarias de chacra y quinta. Muchos venían huyendo de la fiebre amarilla que asoló Corrientes.
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Había penetrado en jurisdicción Toba. Los peones criollos estaban descontentos por el trato en los obrajes.
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Doscientos toba y gran número de correntinos que hacían vida vagabunda.
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