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Me compro una mujer de pelo rizado en la joyería de Balmaseda. Fui un regalo para su abuela.
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Cuando la mujer que me llevó durante 10 años estaba en cama muy enferma, pensó que lo mejor era devolverme a su dueña original, para que ésta me hiciese llegar a su bisnieta.
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Cuando mi primera dueñá murió, con 98 años, la mujer que me compró me regaló a mi dueña actual, su hija.