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Los niños aprendieron a leer con textos religiosos o con libros para adultos. Nos sorprende descubrir, por ejemplo, que lo hicieran con libros que advertían sobre la inminencia de la muerte. No había diferencias entre escribir un libro para niños o un libro para adultos.
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se publicaba el Orbis Pictus de Juan Amos Comenius, el filósofo y teólogo considerado como el padre de la educación moderna. Este libro, cuyo título en latín podría traducirse como El mundo en imágenes, puede considerarse como el primer libro ilustrado para niños
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llamaba la atención el hecho de que si lo comparamos con libros más actuales podría pasar bastante desapercibido: se trata de un pequeño libro de bolsillo, lleno de colorido, que contenía rimas sencillas con ilustraciones infantiles, cada una de ellas dedicada a una letra del alfabeto.
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en el que Hans Christian Andersen viajó por toda Europa recopilando cuentos de hadas que incluían «La Sirenita», «Blancanieves», «El traje nuevo del emperador» o «Pulgarcito» ‒lo mismo que harían los hermanos Grimm‒. Por esa misma época E.T.A. Hoffmann publicó una colección de cuentos infantiles que contenía el clásico navideño «El cascanueces y el rey de los ratones».
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Después llegarían sus grandes éxitos, llenos de imágenes surrealistas e icónicas ilustraciones: ¡Cómo el Grinch robó la Navidad!, El Lorax y El gato en el sombrero. Su contribución a la literatura infantil fue reconocida con uno de los galardones más importantes del panorama literario, el premio Pulitzer.
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La serie Crepúsculo de Stephenie Meyer un género de novelas románticas paranormales y Suzanne Collins dio inicio a la ola distópica en la que todavía estamos hoy en día. Autores como Rick Riordan, cuyos libros ya van dirigidos a un lector con una edad mucho menos definida, de 20 años en adelante. No es tan extraño que estos libros sean leídos por adultos, porque muchos de los jóvenes que aprendieron a amar la literatura con ellos han seguido leyéndolos al crecer