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Según Aristóteles, el movimiento es un efecto que
procede de la naturaleza determinada de un cuerpo. La
naturaleza de los cuerpos depende, a su vez, de los
elementos que lo componen. -
Hiparco de Rodas, el astrónomo en desacuerdo con el
planteamiento aristotélico sobre el movimiento de
proyectiles. Para él, el movimiento se da por medio
de una fuerza, transmitida, al proyectil por el proyector. -
Su crítica al planteamiento aristotélico del movimiento de los
proyectiles se basó en el argumento de que, si el medio opone
resistencia al movimiento de los cuerpos, no puede ser causa
del mismo. -
Para Guillermo de Ockham es un movimiento que perdura en la medida en que no requiere una fuerza que mueva al objeto; y ello equivale a postular la conservación del movimiento. Con ello anticipa uno de los elementos básicos en la formulación del concepto de inercia: el principio de la conservación del movimiento.
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Francisco de Marchia, concluyó que el movimiento o impulso de una fuerza heredada o fuerza impresa en el proyectil por el motor primario, no era concebida como una fuerza innata ni permanente.
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Es el autor que presenta la versión más acabada de la teoría del ímpetus. De acuerdo con esta teoría, la conservación del movimiento de los proyectiles puede ser explicada por una especie de impulso, ímpetus, que el motor imprime en el cuerpo movido.
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Hacia finales del siglo XV, la dinámica del ímpetus, había reemplazado a la dinámica aristotélica en las obras de los principales filósofos de la naturaleza.
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Galileo observó que todos los objetos aceleraban al mismo ritmo independientemente de su masa, algo que lo llevó a constatar que las fuerzas eran las causantes del movimiento. Los objetos se mueven con velocidad constante en línea recta cuando no actúa sobre ellos un agente externo.
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Descartes formuló adecuadamente el principio de inercia, en la medida en que identifica un movimiento en ausencia de fuerzas como movimiento uniforme y rectilíneo.
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Formuló rigurosamente las tres leyes fundamentales del movimiento: La ley de la inercia, según la cual todo cuerpo permanece en reposo o en movimiento rectilíneo uniforme si no actúa sobre él ninguna fuerza; la segunda, según el cual la aceleración que experimenta un cuerpo es igual a la fuerza ejercida sobre él dividida por su masa; y la tercera, que explica que por cada fuerza o acción ejercida sobre un cuerpo existe una reacción igual de sentido contrario.