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Jesús anunció que el templo, orgullo de la nación, sería destruido. En el año 70 d.C., el ejército romano dirigido por Tito arrasó la ciudad y el templo fue incendiado.
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Jesús habló de señales que mostrarían que el fin se acercaba: guerras, rumores de guerras, pestes, hambre, terremotos y aumento de la maldad. También advirtió sobre falsos cristos y falsos profetas.
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Jesús aseguró que regresará en gloria y majestad, visible para todo el mundo. No será secreto ni silencioso, sino un acontecimiento universal.
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Después de su venida, Jesús juzgará a todas las naciones. Separará a los justos de los injustos, recompensando a unos con vida eterna y a otros con condenación.