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Ignacio confronta su fragilidad y sufrimiento. La lesión corporal lo conduce a una reflexión profunda. Los principios de autoconocimiento y aceptación de su propia realidad empiezan a desarrollarse. Acepta sus limitaciones y la necesidad de una transformación interna, pues al percibirse vulnerable admite que no es invulnerable.
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Su viaje a Montserrat, el cambio de ropas y el retiro en Manresa simbolizan la "experiencia de la libertad" (segunda semana). En la cueva de Manresa, Ignacio explora su vivencia espiritual y empieza a desarrollar los "Ejercicios Espirituales". En este contexto, enfrenta la "libertad desafiada" con la realidad del entorno y empieza a construir su perspectiva de "individuo para los demás". Ignacio vive experiencias místicas intensas, que le facilitan la creación de los ejercicios espirituales.
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Su anhelo de permanecer en Tierra Santa expresa su deseo de "comunión" (tercera semana). Aunque no puede permanecer, esta vivencia refuerza su sentido de "pertenencia" a una comunidad espiritual más extensa. Sus estudios en Barcelona, Alcalá y París son esenciales para "cristianizar la libertad" y alistarse para su misión.
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El establecimiento de la Compañía es la culminación de su viaje y su proceso de cambio. Los votos de pobreza y castidad representan la "donación" plena a Dios y la dedicación a los demás. La aprobación del Papa hacia la Compañía es el reconocimiento de su "alegría" y "gratitud" (cuarta semana) por la gracia otorgada.
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La fundación de la Compañía de Jesús simboliza la implementación de todos los aspectos mencionados en el texto, relacionados con la personalidad, la solidaridad, el sentido de pertenencia y la experiencia espiritual.
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Simboliza la culminación de una existencia dedicada al servicio de Dios y los demás.