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Friedrich Miescher decubre una sustancia en el núcleo de la célula que más tarde se identificaría como ADN. Él lo llama "nuclein".
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Phoebus Levene propone que el ADN está compuesto por una secuencia repetitiva de cuatro nucleótidos (adenina, guanina, citosina, y timina) aunque esta idea resultó ser incorrecta.
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Frederick Griffith, demuestra que una sustancia de bacterias muertas puede transformar a bacterias vivas. Este experimento es la primera evidencia de que el ADN es una molécula portadora de la información genética.
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Oswald Avery, junto con Colin MacLeod y Maclyn McCarty, identifican el ADN como la molécula responsable de la transformación observada por Griffith, confirmando su rol en el almacenamiento de la información genética.