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  La idea de que los seres humanos tienen unos derechos anteriores al Estado, que éste debe
 respetar, surgió en el siglo XVII, con Hobbes y Locke, y se convirtió, con la declaración de
 independencia de los Estados Unidos de 1766 y en la Declaración de los Derechos Humanos de
 Francia, en 1789, en base de las constituciones modernas. Estos principios, que Antonio Nariño
 divulgó en 1795, se incorporaron en formas diversas a las constituciones de nuestro país a partir
 de 1810.
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  Al establecerse, después de 1810, gobiernos que no derivaban su legitimidad del poder histórico o
 sagrado de los reyes, sus dirigentes adoptaron el lenguaje del pensamiento liberal: los "pueblos"
 habían recuperado su libertad, y el gobierno existía para proteger los "derechos imprescriptibles del
 hombre y del ciudadano". Estos eran: la seguridad, la libertad, la propiedad y la igualdad legal, así
 como los requeridos para participar en el manejo del Estado.
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  Todas las constituciones reconocieron algunos derechos (aunque la de 1886 lo hizo bajo la forma
 de restricciones al poder del Estado), pero nuestra tradición parece haberse caracterizado por la
 frecuente tentación de reconocer derechos en la Constitución y negarlos en la ley o someter su
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  Dos fenómenos parecen haber confluido en la segunda mitad del siglo XX —un período
 caracterizado además por avances reales substanciales, como la creciente igualdad entre los
 géneros—, para dar al tema de los derechos humanos una nueva importancia. El primero fue la
 aprobación en 1948 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, y el desarrollo
 posterior de otros instrumentos internacionales de protección a los derechos humanos. La tradición
 liberal occidental fue acogida como la ba
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  Colombia se incorporó fácilmente a este orden, en la medida en que coincidía con sus normas y
 tradiciones. Sin embargo, lo hizo en el contexto de un enfrentamiento armado interno. Así, mientras
 que el país podía ratificar las convenciones internacionales, muchos colombianos alegaban que, en
 la lucha contra la subversión, el Estado violaba sus propias normas y las reglas internacionales.
 Aunque esta contradicción comenzó a hacerse evidente desde mediados de siglo.
 aguda con el au
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  Este proceso, con sus diversas motivaciones, hizo de la defensa de los derechos humanos un
 tema político central. El Estado respondió estimulando la legislación de protección y la creación de
 instituciones de defensa de los derechos humanos. De ello es buen ejemplo la Constitución de
 1991, con su amplia declaración de derechos, el reconocimiento de derechos de las poblaciones
 indígenas, la tutela, la Defensoría del Pueblo y otros mecanismos de protección