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Demócrito: La felicidad es la medida del placer y la proporción de la vida. Aristipo: La felicidad es el sistema de los placeres. Platón: considera la felicidad a partir de la idea de que “el hombre es ante todo un alma, de origen divino, inmaterial, eterna e inmortal Aristóteles: La felicidad se considera Eudemonia que significa el florecimiento humano o prosperidad. Epicuro: Los pilares de la felicidad son: la amistad, la vida sencilla y la paz mental.
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La diferencia tiene que ver con la propia manera de ver y sentir el mundo que tenía cada uno. Aristóteles es un biólogo que filosofa y Platón es un poeta desencantado del mundo y del hombre. Platón estaba sugestionado por el misterio, lo invisible y la estabilidad. Aristóteles estaba convencido de que la indagación de la realidad y de los hechos nos llevaba descubrir lo que estaba oculto. Aristóteles creía en la realidad y en la capacidad del hombre para conocerla. Platón las negaba.
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• El problema de la felicidad: todos buscamos la felicidad, nadie aspira a ser infeliz, el problema es identificar que es la felicidad. La felicidad es' el bien más deseado de nuestra existencia, es, además, el bien último, porque no aspiramos a nada ulterior y, si ello ocurriera, habría que denominar a este último bien como la felicidad. La felicidad es aquello máximo que buscamos.
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El argumento expuesto aparece en Aristóteles como la integración del individuo en un todo al cual pertenece ex natura. Nos dice, "es evidente que la ciudad es por naturaleza y anterior al individuo, porque si el individuo separado no se basta a sí mismo será semejante a las demás partes en relación a un todo, y el que no puede vivir en sociedad, o no necesita nada para su propia suficiencia, no es miembro de la ciudad, sino una bestia o un dios".
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La felicidad consiste en la perfección de la obra propia del hombre durante una vida completa. Esta caracterización de la felicidad aristotélica estaría incompleta si no agregáramos que la vida según la razón nos plantea la perfección en dos dimensiones: como perfección de los actos externos del hombre, de todas sus actividades que lo relacionan con los demás y el mundo; y, además, como perfección de la pura actividad de la razón, en tanto ella "solamente piensa".
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Una de las características de este fin de siglo es la desaparición de una serie de parámetros que permitían situar y orientar la vida de millones de individuos, en tanto muchedumbres, superficies homogéneas y dominables, y encauzarlos hacia la construcción de estructuras colectivas de felicidad. La tarea de construir regímenes de felicidad colectiva, y la desaparición de la interioridad de cada cual, parece haber sido un signo del siglo XX.
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Aristóteles y Platón entendieron que había que empezar por saber qué es el bien, Aristóteles decía que el bien que estamos buscando es aquél que le pueda ser útil al hombre de la calle no solo al filósofo contemplativo. “La característica central de la controversia ética clásica a diferencia de la moderna, se reduce en última instancia al uso de una noción genérica (el bien) para expresar los juicios morales comunes sobre las acciones.
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Según Aristóteles, para encontrar la felicidad, el hombre
tiene que hacer una inmersión en la realidad del mundo; según Platón, la Esencia de la Felicidad es extraterrestre y las normas para alcanzarla escapan a la capacidad del hombre. Para Platón, Dios es la medida de todas las cosas, es la norma Suprema con la que deben medirse las acciones de los hombres para poder saber cuándo son buenas o malas. Pero para Aristóteles son la virtud y el hombre bueno, como tal, la medida de cada cosa. -
- La felicidad como satisfacción:
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La felicidad de entenderá a partir del concepto de vida y en ésta, a su vez, tiene un papel importante la concepción de la muerte:
Acostúmbrate a pensar que la muerte nada es para nosotros, porque todo bien y todo mal residen en la sensación y la muerte es privación de los sentidos. Por lo cual el recto conocimiento de que la muerte nada es para nosotros hace dichosa la mortalidad de la vida, no porque añada una temporalidad infinita sino porque elimina el ansia de inmortalidad. -
La ética epicúrea se apoya sobre la idea capital de que la vida, entendiendo por vida la sensación, termina con la muerte, y por lo tanto no hay nada que temer, puesto que la muerte es, precisamente, el cese de la sensibilidad. No hay, por tanto, dolor ni placer, no hay nada que temer, porque no hay nada bueno ni malo. Sencillamente no hay nada. Con el cese del sentir (y eso es la muerte) desaparece tanto el placer como el dolor: por lo tanto, la muerte no es ningún mal.
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Con esta concepción de la vida y de la muerte quedan establecidos así los cimientos de su ética. Consistirá en el recto conocimiento de estos deseos, en saber cuándo conviene o no aceptarlos o rechazarlos, ¿y cuál será la norma o principio que guiará este saber práctico? ¿Cómo discernir cuándo conviene un placer o no? Epicuro da la clave a continuación: “Un recto conocimiento de estos deseos sabe supeditar toda elección o rechazo a la salud del cuerpo y a la serenidad del alma”.
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Se refiere a que no es únicamente el gozo de los apetitos carnales, sino sobre todo una ausencia de dolor corporal y anímico, un disfrute tranquilo de una existencia sin turbaciones, por ello sitúa Epicuro la clave de la vida feliz en “un cálculo prudente que investigue las causas de toda elección y rechazo y disipe las falsas opiniones de las que nace la más grande turbación que se adueña del alma”. El placer del hombre feliz es entonces una tranquilidad vivida en el ahora.
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San Agustín: la felicidad está dada por tener lo que amamos y amar lo que tenemos. Santo Tomas: la felicidad es un atributo divino, deriva del conocimiento. Religiosidad Católica: la felicidad es concebida como una recompensa después de la muerte, que se consigue por haber sufrido en esta vida.
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La felicidad aparece como algo que se construye y se disfruta en esta vida y como resultado de las elecciones individuales. Locke: la felicidad en su grado máximo es el más grande placer de que seamos capaces y la desgracia el dolor mayor. Leibniz: la felicidad como un placer duradero, lo que no podría suceder sin un progreso continuo hacia nuevos placeres. Hume: la felicidad como sistema de placeres que se puede difundir.
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Rousseau: “cree en el progreso conseguido a través de la razón, en la posibilidad de instaurar la felicidad en la tierra y de mejorar a los hombres, de por si buenos”. Schopenhauer: la efímera felicidad, comprendida como no real, como una ilusión.
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La felicidad sería, según ella, el resultado en el sujeto del acuerdo entre la voluntad y el mundo, como un modo de encontrarse el
ser racional, una Stimmung de la razón que sólo podría aparecer si se diera la coincidencia entre lo que ella esencialmente es y el mundo, si los dos fueran al unísono, si se sintonizaran. La felicidad como modo de encontrarse la razón depende de que el mundo responda siempre a su voluntad y a sus deseos, de que le sea dócil; depende de la mansedumbre del mundo. -
Afirma Kant que “para la idea de felicidad se exige un todo absoluto, un máximo de bienestar en mi estado presente y en todo estado futuro”. Y esta es una de las causas de que el concepto de felicidad sea un concepto indeterminado que, aun cuando todo ser humano desea alcanzarla, sin embargo, no puede decir nunca con precisión y de acuerdo consigo mismo lo que propiamente quiere y desea.
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Kant: la felicidad es el estado de un ser racional en el mundo, al cual, en el conjunto de su existencia, le va todo según su deseo y voluntad. Hegel: la felicidad como el ideal de un estado o condición inalcanzable, excepto en un mundo sobrenatural y por intervención de un principio omnipotente.
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Marcuse: La felicidad que se difunde institucionalmente con la intención y efecto de contener la emergencia de movilizaciones armadas, de protesta contra el orden político y social. Zigmund Bauman: las elecciones entre esas opciones son hechas por el carácter, y como el carácter es de todo tipo no hay una receta para la felicidad. Sigmund Freud: cuestiona las promesas de felicidad moderna, subyace un malestar en la cultura, que por generaciones no ha alcanzado las metas de homologación.
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Jacques Lacan: esfuerzo constante que se enfrenta a la pérdida de su preciosa significación, la cual genera la necesidad de reiniciar la construcción de la felicidad próxima. Reddy: búsqueda caótica desde la acción de los individuos y sus probables consecuencias sociales imprevistas: un aparente vacío de socialización, de solidaridad, y un ejercicio de reconfiguraciones sucesivas de escenarios de felicidades en los que se experimentan otros mundos posibles.
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Lipovetsky: redefine y visibiliza la tipología de los consumidores, orientada por el disfrute del consumo, vinculo consumo-lujo-felicidad aparece como referente ineludible para explicar la presencia del individuo narcisista, perseguidor de la felicidad.