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Concibe la metafísica como la ciencia que encierra todas las ciencias, divide a la filosofía en 3: matemática, física y moral. Define; “las fuentes del conocimiento son: razón y experiencia. La experiencia es externa a través de los sentidos e interna a través de la iluminación divina, es la vía mística, cuyo más alto grado es el conocimiento extático” (Abbagnano,1987, p.126).
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En su obra de medicina titulada Conciliator defiende el determinismo astrológico de los árabes, afirmando que todo lo que acontece en el mundo, incluso el surgimiento de los profetas y fundadores de religiones, se debe a los movimientos celestes.
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Justificar la fe descubriendo el punto de unión entre el hombre y Dios, pues la fe sería imposible si el hombre no comprobase en sí mismo la existencia de una relación directa con la divinidad. Pero para encontrar esa relación el hombre se debe negar a sí mismo y a su naturaleza de creatura finita, para renacer como un elemento de la vida de Dios.
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Maestro en Oxford y París, sus obras: De primo principio, Quaestiones in metaphysicam, Opus Oxoniense, Reportata Parisiensia. Define a la ciencia como aquello que se puede demostrar. Está a favor del dominio práctico, del conocimiento que sirve a la acción y al dominio de la voluntad. Concibe; “la voluntad como la capacidad de decidir en uno u otro sentido, sirve para restringir el número de verdades demostrables y aumentar la fe” (Abbagnano,1987, p.127).
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A favor del empirismo radical. Lo que traspasa los límites de la experiencia no puede ser conocido ni demostrado por el hombre, las verdades teológicas quedan fuera de la filosofía. El conocimiento se debe fundar sobre la experiencia. “El conocimiento intuitivo es aquel que con evidencia se conoce si la cosa está o no y cuáles son sus características, de realidad actual y presente, el hombre conoce su realidad en el momento en que los experimenta".
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En De suis ipsius est multorum ignorantia, arremete contra la ciencia aristotélica en nombre de la antigua sapiencia romano-cristiana representada por Cicerón y San Agustín, a quienes Petrarca considera como fundamentalmente de acuerdo entre sí. Aquella ciencia es inútil para el hombre y su salvación, pues el hombre, más que indagar sobre las cosas eternas, tiene el deber de meditar sobre sí mismo, conforme a la exhortación agustiniana: noli foras ire.
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En su tratado, De nobilitate legum et medicinae, afirma la superioridad de las leyes sobre la medicina y, en general, sobre las ciencias de la naturaleza porque aquéllas atañen a los hombres, mientras las segundas se refieren sólo a las cosas materiales. Y reconoce al hombre la libertad ante la providencia divina, así como el deber de ser activo en el mundo.
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profesor de Padua, mantenía pequeñas escuelas-pensión (contubernia), preparaba a jóvenes en estudios clásicos.
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En un escrito titulado lsagogicon moralis disciplinae demuestra que entre la filosofía antigua y el cristianismo existe una armonía fundamental, inicia un nuevo valor atribuido a todo lo que atañe al hombre, es la revaloración del placer, al que ya no se le contrapone la vida espiritual.
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La escuela-pensión guariniana se caracterizaba por una
familiaridad y colaboración y un orden de materias estudiadas con un método preciso. Dividía su instrucción en 3 cursos: elemental, gramatical y retórico. El gramatical constaba de una parte metódica y una histórica que comprendía la lectura de historiadores antiguos, prosistas y poetas clásicos. El curso retórico comprendía un estudio ciceroniana y quintiliánica, así como lectura de obras de Cicerón, Platón y Aristóteles -
“Deléitate de lo que estudies, lees u oyes”, se mantiene en contra de los castigos, sobre todo corporales.
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e en la arquitectura, una ciencia, con bases históricas en la clasicidad, ve al hombre como arquitecto de su propio destino. Para tener virtud, el hombre tiene que aprender a amarla, con una educación adecuada. Menciona que los padres deben ser observadores, deben aprender a percibir la naturaleza de los hijos. “Con la educación es indispensable corregir vicios y para prevenirlos es fundamental el ejemplo” (Abbagnano,1987, p.145).
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“No tiene virtud quien no la quiere” sostiene al hombre como sui fortunae faber, arquitecto del propio destino. Pero para querer la virtud, el hombre tiene que aprender a amarla, cosa que no puede ser sin una educación adecuada.
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Futuro papa Pío II, la formación de un hombre libre, es el tema del primer tratado de pedagogía humanística. El primer paso hacia el saber es el poder dudar.
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Exhorta a emprender diversas actividades al mismo tiempo, de modo que “no pierdas tiempo en recreos, sino que un arte te sirva de refrigerio del otro, y en esos mismos trabajando halles tu deleite”.
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Defiende la tesis del placer como único bien del hombre. Todas las cosas persiguen la utilidad, y útil es aquello que procura placer. La misma virtud no es más que la ciencia de los placeres y consiste en elegir la mayor ventaja o la menor desventaja.
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“Sean prudentes los padres cuando reprendan a sus hijos; si se ve amenazado, queda sumido en la desesperación. Si tenía una índole generosa, queda reducido”.
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Crea las bases de la moderna ciencia natural, tiene como fundamento la experiencia sensible e hipótesis matemáticas, reconoce en la naturaleza un orden mensurable y una necesidad. El arte y la ciencia tienen un fin único: el conocimiento de la naturaleza, la pintura es superior a todas las artes, busca en las cosas la proporción que las hace bellas y presupone un estudio encaminado que descubre mediante la experiencia, la ciencia se expresa en leyes matemáticas.
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La tarea del hombre se define por la fórmula agere a intelligere, que quiere decir “saber y poder gobernar y regir el mundo que fue hecho para el hombre”.
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Establece la necesidad de respetar la progresiva maduración de la personalidad infantil. A favor de la educación literaria, debe empezar tempranamente, en forma sencilla y alegre. Refiere que el hombre requiere un amplio coloquio humano para formar hábitos, un hombre no instruido en la filosofía u otras disciplinas es inferior.
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Fundador de la ciencia política. La única forma en que las comunidades pueden renovarse, consiste en volver sus principios, los principios encierran una fuente de vitalidad y fuerza primitiva. Es indispensable reconocer, el significado de la historia, redescubrir y sacar sus enseñanzas. Establece que el príncipe debe imponer a la comunidad un orden civil, debe aprender a no ser bueno, y usarlo según las necesidades, el quehacer político tiene su propio límite y norma.
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habla de la importancia de la familia y del ambiente en la educación infantil, los jóvenes deben dominar la lengua común.
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Inauguró un nuevo género literario, las utopías, representaciones de situaciones inexistentes, construidos por el gusto de realizar, y hacer realizar experimentos mentales. En los derechos como en los deberes; la unidad social fundamental es la familia, y son los que eligen a magistrados y gobernantes.
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Hace una síntesis entre el ideal de la educación del caballero y el ideal de perfecta cultura literaria propia del humanismo.
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Se inclina por un enciclopedismo naturalista que comprende, un estudio lingüístico, literario e histórico del pasado. Refiere que la educación es un instrumento de conocimientos intelectuales, desarrollo del cuerpo, cultura y moral, es humana, espontánea y libre, activada por el interés, debe fomentar y desarrollar las capacidades del hombre, además de impartir y liberar humanidad que codifique la experiencia adquirida.
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Considera el estoicismo y escepticismo, como dos experiencias fundamentales para conquistar la libertad espiritual. La experiencia escéptica debe curar la presunción (mal natural), y conducirlos hacia una aceptación lúcida de su condición. El conocimiento que posee el hombre es sensible, carece de criterio para discernir entre las apariencias falsas y verdaderas. La vida humana es un continuo experimento que no se concluye jamás