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Tras fracasar en el país de destino, al emigrante se le planteaban dos alternativas: probar fortuna en otro país americano, o regresar a España. En muchos casos la primera fue la opción elegida. No obstante, en 1890 un grupo de emigrantes andaluces protagonizaron un dramático viaje desde Chile a Argentina a través de los Andes, buscando una mayor fortuna. De cualquier forma, en su viaje no sólo perdieron las ilusiones, sino que también experimentaron desgracias de familia.
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Provincias como Almería, Jaén, Granada y Huelva presentan saldos negativos durante todo el siglo XX
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España era un país mal visto en Europa lo que impedía también acuerdos entre naciones para proteger a los emigrantes españoles. Ello justifica sus condiciones de vida precarias. Las pobres familias de campesinos andaluces confesaban en su retorno a España que “no habían encontrado ocupación que los acomode”, o “no habían encontrado colocación”. Link text
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En el siglo XX, América dejó de ser el destino por excelencia, ya que a principios de los años 50 los emigrantes españoles favorecieron al éxodo rural, o lo que es lo mismo, a la masiva salida de población que se trasladaba del campo hacia la industria de la ciudad. Más de la mitad embarcaban en los puertos gallegos (Vigo y Coruña), seguidos de Cataluña, Andalucía, Cantabria y Canarias. Por otro lado, aumentaron enormemente las migraciones a los países industrializados de Europa.
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En todas las provincias el momento de mayor intensidad migratoria son las décadas de 1950 a 1970 (excepto Almería y Cádiz principales protagonistas de la emigración a Ultramar y el norte de África de principios de siglo).
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Durante los años 60 y 70, la inmigración interior española estuvo protagonizada por la inmigración del campo a la ciudad: Madrid, Cataluña y el País Vasco se convirtieron en las comunidades que más emigrantes recibieron, sobre todo de Andalucía y Extremadura.
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En la segunda mitad del siglo XX, última etapa de la emigración española, los destinos por excelencia para los andaluces fueron Venezuela y Panamá. Estos se establecieron fundamentalmente en el campo, dedicándose a la agricultura. La tendencia predominante era la emigración familia, estableciéndose como colonos en las tierras del interior del continente americano.
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Solamente un 20% de las mujeres emigrantes partieron solas hacia Europa en la segunda mitad del siglo XX
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En 1973 que se produjo un freno de la emigración por la denominada “Crisis del Petróleo”. A partir de este momento se produjo un retorno masivo, sobre todo con la entrada en 1980 de España en la Unión Europea.
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En las últimas décadas del siglo XX destacó la emigración de temporada, sobre todo en el sector agrícola. Francia es el receptor principal, ya que suele acoger un 99,7%, en su mayor parte procedían de las comunidades de Andalucía y Castilla La Mancha. Link text
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A finales del siglo XX, las mayores intensidades del proceso emigratorio se dan en Almería, Granada y, sobre todo, Jaén donde, hacia 1991, casi el 40% de la población reside fuera de Andalucía.
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Esta ha disminuido drásticamente, llegando a representar en 2001 sólo el 4,2% del total, frente al 19,66% de 1992.
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Según datos de la OCDE ofrecidos en 2007, España era el segundo país en el mundo en recibir personas inmigrantes, sólo superado por Estados Unidos. Link text
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El estudio ofrecido en 2012 mostró que España había bajado al puesto octavo, debido principalmente a la crisis económica del 2008.
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Actualmente, Andalucía es la Comunidad Autónoma más poblada de España. La población femenina es mayoritaria, con 4.307.802 mujeres, lo que supone el 50.67% del total, frente a los 4.193.006 hombres que son el 49.32%. Esta población se concentra, sobre todo, en las capitales provinciales y en las áreas costeras, siendo el nivel de urbanización de Andalucía bastante alto.